Nadie te enseñó a escuchar

Nadie te enseñó a escuchar

Pasamos la mayor parte  de nuestras vidas aprendiendo a hablar. Tejemos estrategias discursivas para comunicarnos con otros y preparamos detalladamente nuestra locución. ¿Pero cuánto tiempo le dedicamos a aprender a escuchar o nos predispuestos a comprender a los demás? Es recomendable hacer el ejercicio de preguntarnos sinceramente cuánto espacio de una reunión destinamos a escuchar el feedback de nuestros colegas.

Las empresas invierten grandes sumas en cursos de oratoria, media training y presentaciones orales para la alta dirección. Pero no se dictan cursos de escucha. A pesar de que actualmente se afirma estar en tiempos del management de la escucha activa, aprender a escuchar es aún hoy una deuda en las organizaciones.

Es mucho lo que se habla sobre escucha activa, y más todavía el número de personas que afirman que tienen buenas habilidades de escucha. En general, la experiencia demuestra que lo que hay es una gran capacidad para la escucha alerta. Es decir, escuchar para responder, no para comprender.

Las competencias de escucha son fundamentales para los líderes organizacionales. Escuchar de modo empático garantiza el éxito de una comunicación interpersonal, logrando que sea sincera y productiva. Sucede que la empatía aplicada a la escucha permite ponernos en el lugar del otro, comprender sus motivaciones, sus argumentos y el marco desde el cual significa la realidad. De otro modo, terminaremos tratando de comprender al otro desde los propios paradigmas y universos de significación, entendiendo lo que se desea en lugar de esforzarse por comprender lo que quieren comunicar.

La escucha empática es, sin duda, una de las competencias prioritarias que deben desarrollar todos los colaboradores de una organización. La confianza, el engagement, y las culturas de alto desempeño están ligadas a esto: la capacidad de escucha – comprensión –  y reflexión de sus líderes como herramienta motivacional y para la toma de decisiones.

En función de esto, compartimos un ejercicio para desarrollar la escucha empática:

1 – Hablemos de a uno: estamos en una reunión y todos queremos tomar la palabra y dar nuestros puntos de vista sobre el tema. La premisa es tener calma y organizarnos para exponer los argumentos de a uno y sin ningún tipo de interrupción.

2 – Comprobar que comprendimos: el mejor modo es retomar los argumentos ajenos y explicarlos tal cual los entendimos sin incluir opiniones propias. Una vez que los interlocutores nos afirman que estamos 100% en lo correcto respecto de lo que quisieron decir, es nuestro turno para plantear los argumentos propios.

3 – Impulsar nuestra comprensión: pidamos feedback a nuestros colegas para cerciorarnos que han comprendido nuestros argumentos. Impulsarlos a que apliquen el paso 2 este ejercicio.

4 – Acordar puntos en común: una vez expuestos todos los argumentos y comprendidos, buscar los puntos en común y establecer la base de un acuerdo conversacional. Se eliminan horas de discusiones inútiles y también muchas diferencias.

5 – Recapitular los acuerdos: comprobar nuevamente que todos comprendimos los acuerdos a los que hemos llegado.

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